viernes, octubre 14, 2005

Sus ojos se cerraron

Hasta hace poco tiempo atrás debo reconocer que sentía cierto desprecio por Alfredo Le Pera y su poesía. Quizás por ese clamor tan repetitivo por escuchar “Por una cabeza” o “El día que me quieras” que a menudo la gente reclama como los mejores tangos sin saber que la segunda, ni siquiera es un gotán.
Lo encontraba cursi y reclamaba que su gran merito fue haber compuesto las últimas canciones que interpretara El Zorzal, pero creo que me equivocaba.
Hace algunos días compre la película “El día que me quieras”, más que nada por el fetichismo de ver juntos a Gardel y Piazzolla posando para una cámara, una curiosa coincidencia inmortalizada por el foco del cine. En el mentado filme (una historia sin mucha novedad) Gardel es un joven desheredado que debe vivir la miseria de ver morir a su amada impotente de no tener el dinero para ayudar a evitar tan triste final.
Cundo su Magda fallece, él camina hacia un sillón, mira a su pequeña hija y se deja caer ante la mirada llena de pena de sus amigos… y comienza “Sus ojos se cerraron / y el mundo sigue andando”.
La retrocedo una y otra vez y pienso en esas crónicas que cuentan que en los viejos cines la gente pedía un bis cada vez que aparecía Carlitos cantando y el viejo operador debía rebobinar las cintas y proyectar nuevamente la canción en cuestión. Sabia decisión, era mejor una función alargada antes de ver caer desplomado el teatro.
Siguiendo con Le Pera creo que con “Sus ojos se cerraron” se gano mi humilde admiración. Me lo imagino con sus poco más de treinta años componiendo un temazo de tamaña sensibilidad.
Le Pera era un viejo enfrascado en una edad menor, odiaba el lunfardo y soñaba con ser un intelectual. Yo tengo veintisiete y creo compartir con él esa mirada teñida por años que aún no he vivido.
Hay un verso que en particular me emociona “y mientras en las calles, en loca algarabía, el carnaval del mundo gozaba y se reía”… él se llena del amargo dolor de la muerte.
No tengo muchas muertes en mi vida, pero creo que con las que he conocido sentí algo muy parecido, sobretodo cuando escuchaba las palabras de consuelo “todo es mentira, mentira es el lamento”. Debo reconocer que desde que redescubrí “Sus ojos se cerraron” (que incluso Sandro grabara) comencé a escuchar de nuevo varias de las composiciones de Le Pera; "Cuesta abajo", "Carillón de la Merced" (Tango inspirado en Santiago y que cada vez que pasó por esa calle silbo contento) "Volver", entre otras y nuevamente me encuentro con un joven de treinta que escribe con la mirada de alguien que parece haber vivido más de media centuria.