martes, diciembre 06, 2005

Chao Nano

El domingo en su casa dejo de vivir Hernán “Nano” Núñez, cultor de la “cueca brava”, no esa cueca que programas de televisión, radios y actos no hacían escuchar insistentemente desde un día martes de septiembre hace varios años.
Nano tocaba de la otra, de la que no se viste ni con manta ni con chupalla, sino que con la misma ropa con que se trabaja de lunes a viernes.
Sus letras no hablaban de corraleros, ni de sauces llorones ni de nombres de lagos, sino de los amigos, los amores y de lo que le pasa a gente común como todos nosotros.
Su cueca sonaba a tango, pero ese tango arrabalero, ese tango medio festivalero que trata de alejar las penas, como lo hacían hace casi un siglo Arolas y Villoldo.
No se mucho de él, solo que alguna vez tuve la suerte de corear sus cuecas y aplaudir el tañido de su pandero mientras todos bebíamos sendas copas de vino orgullosos de nada, solo de estar cantando y celebrando, por lo menos así lo sentía yo.
Hoy me lo imagino cuequeando con el mismísimo Diablo, haciendo bailar a Satanás al ritmo de sus cuecas choras o “chileneras”, como las llamaba.
Mientras tanto Dios debe estar esperando que se mueran los Quincheros o Santiago 4, esos son más de su gusto.