jueves, noviembre 25, 2010

Femicidio musical

Desde hace pocos días las noticias nuevamente hablan de violencia contra la mujer. Una campaña de gobierno y un par de lamentables sucesos han puesto el tema nuevamente en la agenda.

En lo que va del año más de treinta y cinco son los casos de crímenes pasionales contra mujeres (así se les llamaba antes), cifras que si bien son proporcionalmente menores a los más de cien que suman el 2008 y 2009, no dejan de ser tristes.

Pero lo que escribo no tiene que ver con estadísticas ni con análisis sociológicos, sino más bien con una observación desde la cultura popular.

Me enmarco desde la música, y más que nada, desde algunas canciones para hablar de femicidio con acordes de fondo.

No sé desde cuándo el tema del crimen pasional ha sido inspiración para las artes, me imagino que desde siempre.

Verdi musicalizó Otelo de Shakespeare, donde un celoso marido Moro da muerte a su bella esposa. Si bien los celos son producto de un complot donde esta presente la envidia y el racismo, el que finalmente mata es Otelo, por lo tanto podemos hablar de un femicida propiamente tal.

Otra popular opera es Carmen de George Bizet, en donde Don José, un nuevamente celoso, y más encima humillado macho apuñala a Carmen, una gitana de cascos medios sueltos que abandonó al despechado carcelero por Escamillo, un torero que entonces ostentaba la fama que goza hoy un futbolista exitoso. Entre un paco y Pinilla, no sé si hoy Carmen hubiera elegido distinto.

Pero acercándose más a la música popular, son varias las canciones que reivindican el femicidio, o por lo menos. lo presentan desde un punto de vista más cómplice con el autor de la fechoría.

Entre los tangueros existe una milonga llamada “Amablemente” que popularizó Edmundo Rivero. En ella un varón llega a su casa y sorprende a su mujer en brazos de otro hombre. Luego de expulsar al amante señalándole que el hombre no tiene culpa en esos casos, apuñala a su mujer en forma muy tierna. Así por lo menos lo plantea la canción.

Los norteamericanos Gun’N Roses contribuyen con una amorosa “Used to love her”, que acompañado de guitarra de palo he cantado mil veces con coro de féminas inclusive.

Para saltar a tierras locales, y más encima a mi zona, la sureña, no puedo dejar de nombrar “Que la maten ya” de Julius Popper, una banda penquista que pide desesperadamente que le den justicia a su dolor ajusticiando a la súcubo causa de todos sus males.

Y para cerrar, “Hey Joe”, quizás la mejor canción femicida alguna vez escuchada por mi persona (para no decir la mejor escrita, puesto que no soy erudito en nada, menos en música).

La canta Jimmy Hendrix, y según lo que entiendo, es un blues de autor desconocido.

Si bien Jimmy no es quien ejecuta el crimen, no hace nada por evitarlo, lo que lo convierte en una suerte de cómplice del tal Joe.

Más aun, pareciera que esta de acuerdo con él, pues le dice algo así como “dispárale otra vez”.

No contento con ello, cuando sabe que Joe ya ha consumado el delito, no le aconseja que se entregue ni llama a la policía, sino que le pregunta qué hará, enterándose de la pronta huida de su amigo al sur, específicamente a México. No hay que saber mucho de geografía para saber que Ciudad Juárez esta casi en el límite del país azteca con el de Hendrix, por lo tanto podría existir alguna relación entre el cornudo de Joe con los innumerables asesinatos de esa zona.

Para mayor remate, Jimmy apura a su amigo, lo que deja más en claro aun que no censura el acto recién cometido.

Esas son las que me acuerdo hoy, pero para no quedar solo en relatos ficcionados no puedo dejar de nombrar a uno que fue más allá y que saltó del pentagrama al acto real, me refiero a Sid Vicious y su apuñalada Nancy Spungen.

jueves, noviembre 18, 2010

Tango para los viejos


En el programa de televisión Talento chileno, franquicia de un exitoso show británico, se presentó hace pocos días un cantante de avanzada edad.

A capella entonó “Fueron tres años”, clásico que hiciera popular la voz de Argentino Ledesma acompañando a la orquesta del maestro Varela.

Como a muchos de ustedes, ver a un anciano cantando me causa ternura, sobre todo si se trata de un tango, música indisolublemente asociada a la “cuarta edad”.

De pie aplaudo a este señor por tener la valentía de pararse en un escenario y dar rienda suelta a su pasión, pero como amante del tango creo que es bueno dejar de ver el ritmo del 2x4 como una postal de tiempos que ya fueron.

Esto es a modo muy personal, pero acá van mis descargos.

El tango no es como el bolero, es mucho más que eso. Tiene inventiva, tiene evolución, y más que nada, tiene actitud.

No es coincidencia que el rock se haya alimentado de él durante mucho tiempo, quizás haciendo caso a la escuela que dejara Luca Prodan, el italiano que, en palabras del Polaco Goyeneche, le enseño a sus contemporáneos a dar una nueva mirada al Abasto.

Las letras están alimentadas de sentimientos de rebeldía que hoy suenan tan potentes como antes.

Por hablar de letras tenemos, mucho antes que la rebeldía de rock o del punk, a Discepolo, Expósito o Manzi, que aún resuenan adelantadas a su tiempo.

Ellos no necesitaron de parafernalias para gritar su ira a la religión (Tormenta), su descontento con el mundo (El Gólgota) o su borracha depresión (Nostalgias), sentimientos que hasta el día de hoy alimentan la poesía de cualquier canción.

Hace poco fui al bar Cinzano, lugar de bohemia porteña que ya viene a ser parte del recorrido turístico del puerto. Allí cantan un grupo de ancianos que por lo visto, llevan muchos años en el lugar.

Esta bien; por respeto a los artistas aplaudámoslos, esta bien. Pero por favor, no me pueden decir que eso es un deleite a los oídos. Los tipos cantan mal, suenan desafinados y más allá de los clisés de la canción, no tienen mucho que aportar.

Pero como la gente sigue asociando tango con viejo, emocionan a una clientela híper ventilada. Más encima, si a esas caricaturescas versiones le sumamos una anciana que cuenta algún chiste pícaro antes de entonar Malena en horrible versión, más felices quedan los comensales.

El tango no es eso, tiene olor a nuevo, a renovación. No existe ninguna música en le mundo que haya impregnado tanto a un espacio, una cultura y un país como lo es el tango.

Creo que la vanguardia musical de Piazzolla, Rovira o Pugliese sigue siendo de otra época

Sigan aplaudiendo a los viejitos, que por su edad se lo merecen, pero no me vengan con cuentos emocionales que huelen a naftalina. El tango sigue siendo de hoy.

Para muestra, un botón.

Una banda amiga, Violentango entonando a Piazzolla

http://www.youtube.com/watch?v=PpmdCrL4bxw&feature=related